Saturday, November 27, 2010

Bitácora Caminante - Sudamérica, Parte III

20/01/2008
Camino a Ushuaia

De Ushuaia a De Palma: es el fin del mundo

Debo dejar de buscar las respuestas en el comportamiento humano, es decir, el comportamiento colectivo, y comenzar a buscarlas en mi comportamiento personal. Generalizando no se llega a ningún lado; cómo voy a llegar a comprender al Hombre si no puedo entender mis propias acciones.
Hoy me equivoqué. Y lo hice sabiendo que así era. Tuve una respuesta. La tuve y la dejé pasar, dejé que se escapara entre mis manos.
Siempre mantuve que el Hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra; la mía, es que tengo las respuestas pero no las utilizo. Esa es mi piedra. Y me tropiezo con ella sin cesar. Se que está allí, pero me hago el ciego y decido no verla.
Y tal es la lección que la que tanto esmero pongo en no entender: tengo todas las respuestas correspondientes a las preguntas que me hago, pero elijo no escucharlas. Cuando se piensa detenidamente, es por lo menos lógico, sino obvio, que tan solo uno mismo sea quien tiene las respuestas a las cuestiones que se plantea.
Y, hete aquí, que este es el resultado: escribo amargado. Escribo también con la esperanza de que, la próxima vez, quizá aprenda la lección. Pero cuántas veces me ha pasado ya.
En las películas de De Palma, es el héroe idiota aquel que no aprende la lección y vive así una prueba circular que siempre vuelve. Hasta que encuentra la respuesta dentro de sí mismo; generalmente, en sus más profundos temores.
No quiero ser como él. No quiero ser como ese héroe. Cómo hace uno para decirse que tiene todas las respuestas necesarias, que cuenta con todas las herramientas para construir su presente, su futuro. Dejar de cometer esos errores cantados y animarse a hacer aquello que uno no hace por miedo a que se convierta en error. Cuando uno actúa desde el corazón, no hay error, pues lo más importante es ser fiel a uno mismo. El verdadero error es no escuchar esa voz.